La casa son dos casas; la original, de 1890, de dos plantas y desván, con techo a tres aguas y estilo típico de la zona de los Oscos… y el anexo, que seguramente nació como un pequeño porche en la trasera de la principal y que, de la misma forma anárquica y desinhibida de la zona pasó a convertirse en un pequeño casetón de aperos, creció hacia los lados, acogió un nuevo horno de leña hecho de piedra y mucho más recientemente contó con un baño moderno y una cocina transformándose en un monstruo de más de cien metros cuadrados y una planta.
Restaurar la casa grande habría requerido forjar el suelo de la planta superior, rehacer la techumbre y reponer las partes de la fachada norte que han comenzado a caer. Ya sólo el forjado se habría llevado una parte muy importante del presupuesto impidiéndonos seguir con la reforma hasta ahorrar lo suficiente como para continuar. Como el anexo es sólo útil por el espacio edificado que ocupa, pensamos que sería mejor comenzar la restauración por ahí, creando una vivienda totalmente nueva. De ahí que necesitaríamos la intervención de un profesional.
No estaba yo muy seguro de necesitar un Arquitecto con lo que nos ha quedado de dinero tras la compra, los impuestos, el notario, lo que tendremos que pagar por la vía de deshecho de aguas negras… En este mundillo se juntan los vecinos, hacen las obras y se las apañan solos o con ayuda de profesionales puntuales para sacar adelante lo que de otro modo supondría una cantidad descomunal y derrochar un dinero necesario en hacer un dibujo me parecía un lujo que no nos podíamos permitir.
De todas formas no decido sólo yo, así que nos vimos con un Arquitecto que nos pareció bastante solvente e íntegro, que recorrió la propiedad mirando, midiendo y anotando en una libreta todo lo que veía. Ya, en ese mismo sitio nos propuso un plan de reforma del que hablaré más adelante que, básicamente consiste en respetar las paredes exteriores, tirar todo lo que hay dentro y levantar un edificio totalmente nuevo y diáfano en el interior, donde haremos una vivienda provisional (entendiendo que la palabra provisional significa que será así durante diez o más años), que se acabará convirtiendo en la cocina y en la sala de estar de la futura vivienda completa.
Serán necesarios muchos trabajos hasta terminar esta primera fase. Los tres más importantes son el forjado y la cimentación del suelo, las paredes y el tejado de pizarra nuevo. De lo que pueda costar esta parte, a la que llamamos el cascarón va a depender que podamos seguir con la rehabilitación a nuestro paso, o que dejemos el proyecto aparcado y en ruinas hasta que vengan tiempos mejores. Escogimos un mal momento para comenzar, entrando en un período de recesión y encarecimiento generalizado de la energía, el transporte y los materiales de construcción.
Pero como se trataba de seguir adelante costase lo que costase, firmamos el contrato con el Arquitecto a la espera de conocer las primeras versiones del plano en los próximos meses. Será el momento de pedir presupuestos de obra y de saber si este blog seguirá actualizándose regularmente, o si quedará aquí detenido a la espera de un milagro.