Gracias a una pareja de buenos compañeros encontramos un constructor que se atrevió a reformar la casa a un precio aceptable. Todo fue más rápido de lo que esperábamos; el contacto, el presupuesto, el inicio de las obras. El verano se acaba y como la parte más importante es poner un tejado nuevo en el edificio más antiguo, no podíamos esperar mucho más o se nos echaría el invierno encima.

No pretendíamos dejar la casa como nueva. Simplemente necesitábamos parar el deterioro y la única forma de conseguirlo es reforzar las paredes y sobre todo poner un tejado nuevo.

Lo primero ha sido retirar el suelo de la primera planta, totalmente apuntalado cuando compramos la casa.

Después hubo que desmontar y retirar la estructura del tejado, totalmente inservible.

Todo para dejar las paredes libres, sin aguantar ya el peso de tanta ruina. No obstante ha pasado demasiado tiempo sin actuar que el muro norte, el que sufrió el derrumbe de un antiguo almacén anexo, quedó bastante dañado.

Los siguientes pasos serán levantar andamios para trabajar y rehabilitar las partes de los muros que lo necesiten. Sin duda queda mucho trabajo por hacer y al terminar las obras todavía no se podrá vivir en esta casa, pero lo que era un proyecto absolutamente muerto se va a convertir (con suerte) en algo que va a dar para añadir más posts a este blog.

De alguna forma, esta vieja casa que parecía haber terminado de existir ya está en el camino de convertirse en un hogar de nuevo. Un hogar muy diferente por dentro al que fue el siglo pasado, pero por fuera seguirá siendo el mismo.