El trabajo nos impidió presenciar la parte más espectacular de la obra, que es el cubrimiento de los largueros de la estructura con las planchas de aislante que imitan la madera machihembrada por el interior. El Arquitecto nos había indicado que no se puede construir un tejado nuevo para una vivienda con una capa de aislante inferior a los ocho centímetros y el constructor no quería hacerlo con el sistema tradicional que consiste en una capa de madera, otra de aislante y una manta asfáltica, porque si el aislante superaba los cuatro centímetros de espesor haría que los rastreles, que son los listones que van justo debajo de la teja, no encajasen firmemente. En realidad ambos tenían razón. Las tejas de pizarra, igual que las de cerámica, se sujetan con unos enganches especiales que se atornillan a estos listones de madera que se llaman rastreles. En la mayoría de los tejados se instalan dos rastreles diferentes; primero van los verticales que, como su propio nombre indica, se fijan en paralelo desde la parte superior del tejado hasta la inferior de cada agua y sobre éstos, se atornillan los rastreles horizontales, que dibujan una cuadrícula sobre los verticales. Sobre los horizontales van atornilladas las tejas. Los tejados de doble rastrel son buenos porque permiten que se forme una cámara de aire entre las tejas y el recubrimiento interior que disipa el calor en los días de sol y evapora la humedad en los de frío, pero evidentemente son más caros.
Preocupados por el presupuesto, lo que pedimos nosotros es lo que se llama simple rastrel, que consiste en atornillar directamente los rastreles horizontales sobre el aislante y bajo las tejas. El constructor nos hizo ver que no se puede poner una capa de aislante de cierto grosor porque bailarían los rastreles horizontales haciendo que se desprendiesen tejas con el viento fuerte y el Arquitecto nos hizo encargar aislante de 8cm pensando que habíamos pedido un tejado de doble rastrel, en el que no tendríamos ese problema ya que los rastreles horizontales irían atornillados en firme sobre los verticales independientemente del grosor de la capa que tienen debajo.
La solución que nos dio el constructor fue sustituir la capa de aislante por un material moderno en forma de planchas en sandwich que por la parte inferior tienen una imitación del machihembrado de toda la vida, en la superior un tablero de madera aglomerada y entre medias una capa aislante de poliuretano, del mismo tipo del corcho blanco de los envoltorios. Con estos paneles el aislante sí podía ser de ocho centímetros. Aparte del incremento de precio, estas planchas se fabrican por encargo, así que nos íbamos a quedar sin verlas antes de la instalación en el viaje que hicimos. No obstante nos estuvieron enviando fotos del proceso, que son las que te enseño aquí.
La parte que más preocupado me dejó de la solución que escogimos es que los tejados de simple rastrel suelen acumular humedad cuando alguna teja falla y el fallo se hace grande enseguida, pues la madera podrida del rastrel que acumula el agua acaba cediendo, haciendo que más tejas fallen y contagiando el problema al siguiente rastrel hasta arruinar el tejado. Para tranquilizarnos el constructor envió un vídeo en el que vertía agua de una botella sobre los rastreles, que han fijado sobre unos pequeños salientes para simular el efecto de los rastreles verticales, así que el agua iba fluyendo por debajo de ellos en lugar de quedarse estancada. Es un pequeño consuelo, pero sabemos que la vida de este tejado va a ser mucho menor que la de uno de doble rastrel. Esperamos que al menos aguanten hasta que la reforma esté terminada, en unos seis o siete años.