Tres constructores

Fue un viaje no previsto, un poco incómodo, acalorado… pero necesario. Moviendo contactos habíamos conseguido acordar una cita con tres constructores para enseñarles la propiedad, hablarles de nuestros planes y darles la documentación para tener una idea de lo que nos costará poner esta obra en marcha. Lo hicimos en un momento terrible, con poco dinero en el banco, malas posibilidades de pedir créditos, con la inflación disparada, los tipos de interés subiendo y un clima de incertidumbre mundial con precedentes lejanos en el tiempo. En fin… había que hacerlo.

Uno de los constructores no es de la zona; es de esos emprendedores que podría ir a trabajar a cualquier rincón del mundo si la oportunidad lo merece. Además es un apasionado de su trabajo. Tras ver la casa donde pretendemos comenzar vio que para hacer la obra es necesario demolerla completamente sin conservar nada. La calidad de la piedra del anexo es muy inferior a la de la vivienda principal. Lo que se podría hacer es clasificar esas piedras descartando las que están en mal estado y usarlas para revestir los nuevos muros de carga que obligatoriamente serán de ladrillo. Tenemos un proyecto del estudio de arquitectos que dice claramente lo que hay que hacer, pero ya nos indicó que es muy habitual introducir modificaciones al interactuar con el terreno. Sin llegar a concretar más, vio necesario levantar tres pilares paralelos al muro común con la vivienda principal para aliviar las cargas por el lado este. Luego le pregunté qué se podía hacer por la vivienda principal para detener la ruina. La única solución es rehacer la pared que se comienza a venir abajo, colocar un cinturón de metal que mantuviese alineadas las paredes y poner un tejado nuevo.

Los otros dos constructores son de la zona. Una zona no demasiado amplia, así que estamos muy seguros de que se conocen entre sí, así que organicé la cita con ellos de forma que no coincidieran físicamente. Necesitaba oírles hablar por separado. Lo curioso es que sus propuestas eran muy parecidas. Ambos descartaban totalmente la piedra actual de los muros y proponían usar una nueva mucho más estrecha, ya preparada para la función decorativa que iba a tener. Ambos estaban saturados de trabajo sólo con las obras que había por la misma zona e incluso uno de ellos nos aseguraba que no podría comenzar hasta el verano del año 2023. Con éste último acordé que confirmaría con él al final del verano si descartábamos a los otros candidatos para que hiciera un presupuesto, porque no quería trabajar para nada. Respecto al edificio principal ambos tenían la misma solución que el primero, salvo por lo del cinturón.

La única parte positiva es que los tres parecían dispuestos a acometer los trabajos por fases, de forma que si las cuentas salen, podríamos iniciar las obras y pausarlas a medida que necesitemos tiempo para recuperar capital. No obstante, sabremos cómo va todo en el momento en que nos lleguen sus presupuestos aproximados.

Mucho antes de lo que estoy contando ahora, un buen amigo de un grupo de Telegram a quien todavía no conozco en persona estuvo viendo este hilo y me comentó que le había hecho recordar su propia aventura, pues tiene una casa que levantó de una forma parecida. Hemos quedado en que nos veremos las caras en invierno. Presiento que tenemos mucho que aprender de él y de su experiencia.

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